martes, 8 de julio de 2008

UNA HISTORIA






(Copia en óleo del cuadro "Mujer leyendo", de Caridad Pontes, que a su vez copió de Helene Schjerfbeck)

Estaba una mañana leyendo, sentada en el parque, con el sonido infantil revoloteando a mi alrededor.

Y te vi.

Te vi niño, descubriendo el mundo mágico de las cosas pequeñas. De las que uno mismo encuentra o hace.

(Copia en acuarela de cuadro anónimo)

Te vi construyéndote la vida a partir de sonidos inaudibles, de movimientos imperceptibles y de colores que sólo existían para ti.
Extrañamente acunado por las alas de un pájaro que siempre te estaba observando


Un pájaro de cuerpo recio que brillaba en negro bajo la luz del sol

Te vislumbré agarrado a un león que no rugía

(Copia a rotulador y acuarela de cuadro anónimo)

Y sentado en un palacio de madera, descubriendo la magia que guardabas en los ojos


Y te vi ya adulto
envuelto en equilibrio y en ternura
Haciendo siempre por otros. Haciendo siempre por mí



Con el mar abierto en tu mirada


Curiosa, rebusqué entre las páginas del libro que tenía en las manos, por si podía identificar al pájaro que siempre te miraba.

Y, el viento, hecho brisa de caricias, me marcó dónde encontrarlo.

Allí, entre dibujos olvidados, estaba escondido.
(Copia a rotulador de lámina anónima)
(Copia a rotulador, lápiz acuarelable y acuarela de lámina anónima)
(Copia a rotulador y acuarela de lámina anónima)

Decían que se llamaba MIRLO

(Copia en acuarela y lápices de colores de lámina anónima)

Cuando llegué a casa, cansada del día que no tuvo dos lunas, en la mano me encontré una pluma que hablaba por sí sola.

Y me contó una historia
(Copia en óleo del cuadro "Mujer tumbada", de Caridad Pontes, que a su vez copió de Helene Schjerfbeck)

Me dijo que los huevos de los mirlos son azules, que la hembra construye un limpio nido en forma de copa con hierbas, hojas secas y barro en un arbusto, un arbolillo o el alero de un edificio; pone, de marzo a julio, de 3 a 5 huevos; la incubación dura unos 13 días sólo por la hembra; las crías, cebadas por los padres, vuelan al cabo de 13 ó 14 días; generalmente dos o tres crías.



Me contó también que este pájaro tiene un carácter un tanto desconfiado, sobre todo en la Península Ibérica donde en muchas regiones es objeto de caza masiva. Esto le lleva a permanecer casi siempre al abrigo de un matorral y a comer en el suelo próximo a él, presto a volar y ocultarse con un típico grito de alarma al menor asomo de peligro.

Camina por el suelo a saltos, o más bien anda y salta a la vez, corriendo trechos de 13 metros para quedarse quieto mirando fijamente, bien al intruso o a un peligro que le sobrevuela a gran altura, o hacia el suelo donde advierte entre la hierba o debajo de las hojas algún sonido que le indica la presencia de una presa

La pluma que encontré en mi mano insistió mucho en que es muy raro que un mirlo salvaje intente ningún acercamiento a los humanos, aunque, a veces, se han dado casos en que un macho, reconocible por su pico naranja, se queda "ensimismado" ante los movimientos y la expresión de una persona. Entonces, es capaz de pasarse horas observándolo, como si quisiera aprenderse los gestos. Se coloca en un lugar desde donde lo pueda ver bien, como un cable telefónico o la parte alta de una farola. Y se pasa horas quieto, llegando en algunos casos a emitir algún sonido similar al de la persona observada.


Los mirlos que anidan en las Islas Canarias, tienen la costumbre de emigrar a Marruecos y a Tánger en cuanto los polluelos vuelan con soltura, para pasar el invierno, ya que temen a los vientos del norte y del oeste.


Pero, siempre vuelven, Miguel, siempre vuelven

Ahora, en otro lugar, te toca a ti contar qué sientes cuando no están


Zozoa sasi tartean kantuan, gaberako euria
("cuando el mirlo canta entre las zarzas, lluvia habrá al anochecer") .



Moony (Marian)
A media luz